Proyecto Radial

PUNTO SEIS (6)

HACIENDO UNA REMISION

Son la 8:00 a.m. y tengo un hambre, y el reloj no corre, (será por su marca de tenis) falta una hora para el descanso y no tengo todos los datos del cargue y como de costumbre Humberto me pasa la información por partes y no me deja concentrar en el cardex; no de mora marcos en venir y mirar el reloj, es un mucho tan pero tan trabajador que su segundo hogar es el puesto de la cortadora.
Es hora de ir a desayunar espero que doña Erminda me pueda atender rápido o ya tenga algo preparado, hoy tengo ganas de huevos pericos, arroz y pan con chocolate, aunque los pericos se demoran, será comerlos fritos.
Por variar doña Erminda se encontraba de mal genio, pero después de la papa y la empanada , ya me siento mucho mejor, pero lo mejor fue el guacamole ; listo, ahora a hacer la remisión , aunque no demora en empezar a sonar el teléfono Lilia por facturas , Adriana por códigos , Nancy por incomodarme y angelita por mas facturas y para acabar de completar cierro la puerta para que el ruido del taller no acabe con mis oídos , pues un concierto de pulidoras acompañado por el compas del compas delos martillos golpeando las laminas de laos diferentes calibres , sumándola el ” pequeño “ sonido de las maquinas y lo peor es que se colocan de acuerdo pa´ tocar todos , si por lo menos hicieran un solo .
La remisión esta terminada coloco mi rubrica y solo resta tres mas la de la Sra. Luz María, la de marce y la del conductor.

Creados para ser amados

Cómo entender el amor que Dios tiene por nosotros

por Charles F. Stanley

El canal de noticias anunciaba que una celebridad de Hollywood había muerto, pero la causa inmediata del deceso no era segura. Pocos días después se informó que había sido por una sobredosis de droga, una posibilidad que no fue negada por sus amigos. Quienes hablaron con los reporteros reconocieron que habían estado "preocupados" por esa persona. Uno de ellos llegó incluso a decir: "Ella quería dejar las drogas, pero no sabía cómo enfrentar los problemas de su vida". Aunque la estrella tenía parientes y amigos que vivían en su mismo edificio, la joven mujer estaba sola en el momento de su muerte. Pero su vida no tenía que terminar de esa manera.
Muchas veces, cuando oímos noticias como ésta acerca de los "ricos y famosos", tenemos la tentación de pensar petulantemente: Esto es lo que sucede con las personas atrapadas por el pecado. Si ella hubiera conocido a Cristo, su vida habría sido diferente. La verdad es que tenemos razón al decir que el Salvador puede transformar una vida desesperada, pero el conocer al Señor no nos da una excusa para creernos justos y buenos. Es muy fácil olvidar que hubo una vez en que los cristianos iban también tras lo pecaminoso. La razón por la que nuestra vida cambió, fue porque fuimos tocados por el eterno e incondicional amor de Jesús.
La Biblia nos insta a recordar de qué fuimos salvos, y nos desafía a tener una nueva actitud que refleje el amor eterno de Dios hacia los perdidos y los desesperados. El apóstol Pablo escribió: "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)" (Ef. 2:1-5). De no haber sido por el amor de Dios, habríamos sido abandonados para enfrentar solos el castigo por nuestros pecados. Pero, en vez de eso, el Señor hace accesible Su maravillosa gracia a todos los que se acercan a Él.
El amor más grande de todos
Dios no nos salva por lo que lleguemos a lograr, sino porque nos ama. En realidad, la verdadera razón por lo cual nos creó, es para que pudiéramos ser amados por Él. La mayoría de nosotros podemos recordar los momentos en que experimentamos abundantes bendiciones y nos maravillábamos de que el Dios todopoderoso quisiera, tan amorosamente, hacernos partícipes de Su maravillosa bondad.
Pero, ¿qué pasa cuando la vida se nos vuelve tormentosa de repente? Una enfermedad inesperada o un desengaño nos toma desprevenidos, despertando dudas en nosotros. Entonces clamamos: "Señor, ¿por qué me permitiste nacer?" En esos momentos podremos sentirnos solos, pero en realidad no lo estamos. Recordemos que los perversos planes de Satanás son infructuosos en la presencia de Dios, porque Él es soberano sobre todas las cosas.
Lo único que se necesita es una oración, un grito de ayuda, y el omnipotente Dios del universo dirigirá Su atención a nosotros. Las acciones de nuestro Padre celestial son motivadas por una sola cosa: Su amor. A pesar de que no entendamos el porqué ha permitido Él que nos sintamos ignorados, abandonados y olvidados, Su amor está en actividad. El sufrimiento podrá llevarnos a pensar equivocadamente que nunca llegaremos a ser las personas que Él se propuso que fuéramos, pero esto no cambia la verdad de Dios: las dificultades nos preparan para la bendición futura, y las penalidades redirigen nuestros pensamientos para que podamos enfocarnos solamente en Cristo.
Dios sabía todo acerca de usted antes de crearle; vio cada victoria, pero también cada fracaso y cada sufrimiento. Sin embargo, le escogió a usted para que recibiera Su amor. Él sabía cuándo se sentiría desanimado(a), cuando cedería al pecado y cuándo le desobedecería. Pero también cuándo le adoraría y glorificaría. Usted fue creado(a), no para vivir de acuerdo a como le plazca, sino para conocer a Dios y experimentar Su amor y compasión sin ninguna vergüenza o temor. Él nos acepta, no por lo que hayamos hecho o lo que haremos en el futuro, sino sólo por lo que Su Hijo hizo por nosotros en el Calvario.
Dios desea tener compañerismo con usted. El Señor llamó a Abraham "mi amigo" (Is. 41:8), y Él desea decirle lo mismo a usted. Él le creó para que usted experimentara la plenitud de Su eterno amor cada día (Jer. 31:3). La pregunta es: ¿Lo ama usted a Él?
Las lecciones del amor
Muchas personas tienen una idea equivocada sobre el amor de Dios. Creen sinceramente que pueden esforzarse para ganarlo, pero no es así. Otras suponen erróneamente que pueden perder Su amor. En vez de acudir al Señor cuando surgen los problemas, lo que hacen es correr y esconderse. Esto fue lo que hicieron Adán y Eva en el huerto. Sabían que estuvo mal quebrantar el mandamiento de Dios, pero en vez de buscar Su perdón, reaccionaron con vergüenza y se escondieron de Aquél que los había creado y amado incondicionalmente.
¿Está herido el corazón de Dios por el pecado? Claro que sí. Pero esto no neutraliza Su amor o Su capacidad para perdonar.
A veces, las consecuencias del pecado pueden parecer graves. Pero una de las lecciones más grandes que uno puede aprender, es que Dios utiliza aun nuestros peores errores para enseñarnos grandes lecciones sobre Su amor y perdón. Satanás tratará de hacerle creer que usted ha fallado, y que Dios ya no está interesado en su vida. El Enemigo le atacará con mentiras para atormentarle el corazón, tratando de impedirle que se afinque en el maravilloso amor del Señor, pero usted no tiene que escuchar sus burlas. Jesús deja muy claro que Satanás es un mentiroso, y que no hay ninguna verdad en él (Jn. 8:44). Él le tentará, pero usted no tiene que pecar. Hay una manera de verse libre de todas las tentaciones, y es a través de una relación personal con el Hijo del Dios vivo.
Él es nuestra fuente de fortaleza y esperanza. El Señor tiene la capacidad de sanar cualquier herida y restaurar lo que el pecado ha arruinado y quitado. Pero primero tenemos que recibir Su misericordioso regalo de amor. Sólo entonces nos arriesgaremos a amar y ser amados por los demás, que es lo que produce un cambio positivo en la vida.
El autor de Proverbios escribió: "El amor cubrirá todas las faltas" (10:12). Dios, motivado por Su amor infinito, fue quien cubrió el pecado y la desnudez de Adán y Eva (Gn. 3:21). Él demostró así Su amor sin medida, y lo sigue haciendo hoy. Es increíble la manera como las personas viven sus vidas encerradas en tres cosas: yo, yo y yo. Nunca se toman un tiempo para observar las sutiles expresiones de gracia y de compasión de parte de Dios. Están solas en medio del ruido y del ritmo veloz de un mundo que está girando vertiginosamente fuera de control. Y luego se preguntan la razón por la que se sienten vacías. También hay personas que saben que Dios las ama, pero no son capaces de tomarse el tiempo necesario para que ese amor las toque y las transforme.
A veces, lo que se necesita es un cambio de enfoque. Pensemos en el relato de Juan 8:3-11, sobre la mujer sorprendida en adulterio, y que fue utilizada por los fariseos para tenderle una trampa a Jesús. Sin embargo, su plan se les vino rápidamente abajo cuando nuestro Salvador los desafió diciendo: "El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella" (v. 7). Nadie lanzó piedras ese día. Una tras otra fueron dejadas porque todas las personas que estaban allí necesitaban un Salvador, ya que todas habían pecado. La multitud ya se había dispersado cuando Jesús se volvió a la mujer, que estaba echada a sus pies, y le preguntó: "¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?"
¿Es usted capaz de imaginar el miedo y la vergüenza que sitió esta mujer? Hay algo maravilloso en cuanto a la presencia de Dios, que transforma aun a la persona más pecadora. Ella respondió: "Ninguno, Señor". Esa sola palabra hace toda la diferencia en nuestras vidas: Adonai. Señor. ¡El que salva! "Ni yo te condeno", dijo el Señor. "Vete, y no peques más" (v. 11). Su mensaje para ella fue: "Te amo".
Tal como lo descubrió la mujer de Juan 8, una vida apartada del amor de Dios es vacía y carente de sentido. Sin ese elemento clave, seguirá luchando con sus sentimientos de vergüenza, soledad, derrota y frustración. Sólo hay una solución: rendir su vida a Jesús. Si lo hace, Él le dará una profunda conciencia de Su amor que le llenará y le cubrirá, no sólo para el día de hoy, sino para toda la eternidad